CARAMELOS DE MENTA.

CARAMELOS DE MENTA”El calor del sol

vespertino acariciaba

 su tierna piel acunándola en

un dulce adormecer, alejándola de los ecos de las voces que la

llamaban. Era feliz. Su felicidad se podía atrapar en sus sonrientes

y rosados labios, en su negro cabello ensortijado liberado de unas

perfectas trenzas, en sus brazos y sus pies refrescados por la húmeda

hierba… Inocencia. ¿Era feliz o inocente? Ambas cosas. La inocencia

es felicidad cuando tan sólo se tiene 8 años, como ella, pero aún es

pequeña para saberlo y sigue disfrutando del placentero sueño que le

proporciona los rayos del sol hasta que, la sigilosa brisa susurra

con mimo su rostro, despertándola cariñosamente con un mensaje un

tanto incomprensible: caramelos de menta. -”¿Caramelos de menta?”-

pensó para sí y, sin saber porqué se levantó de un respingo, dejó que

sus pequeños pies caminaran por la vereda hasta llegar a la alameda,

donde se sentó en una cómoda piedra bajo la frígida sombra. Recogió

con sus manos un puñado de piedrecitas, lanzando una a una al río,

intentando romper el silencio de las rumorosas aguas con el chapoteo.

      -¡Eh! ¡Me vas a sacar un ojo!-exclamó una voz desde la

indivisable orilla del río. Era él, otro feliz inocente que

disfrutaba del arrullo del sol.

      -¡Perdona, no era mi intención molestarte! ¡Tan sólo

descansaba un rato antes de seguir buscando!-gritaba desde lo alto la

niña.

Él, aún adormecido, se levantó con torpeza y corrió hasta ella:

      -¿Qué buscas? Por aquí no hay nada que encontrar, nada

interesante que buscar.

      -No sé que busco, tan sólo sé que me he despertado con la

necesidad de buscar caramelos de menta.

      -¿Caramelos de menta? ¡Qué cosa más extraña! Si dijeses que

buscabas el jardín secreto…Me lo creería, porque yo busco uno.

      -¿El jardín secreto? ¿Por qué buscas uno?

      -No me gusta lo que veo y siempre he soñado con encontrarlo,

para colgarme en sus ramas, oler sus flores y bañarme en su

lago…Para escapar de lo que no me gusta y ser un poco más feliz-

confesó el risueño niño de ojos verdes.

      -Mmmmmm…-pensó ella mientras sus negras pupilas miraban la

expectante mirada de manzana- ¡Ven conmigo!

Cogió su mano tirando de él mientras corrían por el resplanceciente

verdor de la hierba. Ella sabía donde iba, él no, pero un sentimiento

de miedo, sorpresa y alegría le inundaba el corazón; no sabía porqué

se dejaba llevar por aquella niña que acababa de conocer, pero su

deseo de encontrar el jardín secreto le hizo arriesgar.

Se pararon en seco ante un gran muro invisible por el tapiz de yedra

que lo adornaba. Ella, segura de lo que hacía, levantó una cortina de

enredadera descubriendo una pequeña puerta. Abrió la puerta y, un

lugar de fantasía real se abrió para ellos: los árboles frutales

llenos de frutas; los rosales, azaleas y campanillas les daban la

bienvenida con sus tintineantes aromas; el lago, límpido y cristalino

albergaba los nenúfares mas bellos y, los majestuosos cisnes bailaban

entrelazando sus cuellos. El placer de haberse realizado sus deseos

se tranformó en brincos, risas y sonrisas:

        -¡Guau! ¡Es el jardín secreto! ¡Sí!- él, rió gozoso y

mirándole a los ojos le agradeció el haberle conocido aquel día- He

encontrado mi jardín.

Ella, sosteniendo su rostro entre sus manos y mirándole sus

deliciosos ojos, se acercó y le besó los párpados.

        -Y yo mis caramelos de menta.”

Para Ernesto.

Abr 20 2001 9:43:22 de una amiga .

como recuerdo de ella hoy esta en mi espacio.

ERNESTO.